FUTURO ENERGÉTICO “IN-SOSTENIBLE”

Post Público 01/07/2014 7 1.836
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¡Pensar y actuar con responsabilidad! Esta es la actitud para ser más eficaces y eficientes y que nos pide la sociedad. Un binomio que nos exige incorporar estrategias y modificaciones profundas en la organización interna de nuestras empresas para subirnos al carro de la sostenibilidad. Porque ser sostenible ya no está moda, sino que se ha convertido en una práctica diferenciadora e imprescindible en la forma de hacer de los negocios.

Las buenas prácticas en la producción y gestión de servicios ya no sólo conllevan un esfuerzo ecológico. El desarrollo sostenible va mucho más allá. Es el resultado de la suma de diferentes componentes de orden social, económico y medioambiental.

Hablar de empresas sostenibles hoy en día es hablar de crecimiento futuro. Es sinónimo de mejora de la calidad de vida de las personas y del entorno, y un paso para avanzar hacia la tan necesaria eficiencia energética. Un capítulo que nuestro sector tiene muy interiorizado porque el ahorro en el gasto de energía es otra forma de buscar mayor competitividad de las empresas.

Pero el incremento ininterrumpido en los últimos años del precio pagado por la energía ha provocado que los costes energéticos supongan un cada vez mayor porcentaje de los costes fijos de cualquier empresa. Insostenible es la palabra con la que definiría la actual situación, porque la problemática de la energía está lastrando la actividad industrial, y todo como consecuencia de las deficiencias del marco energético español. Entre ellas, la fuerte dependencia de gas y petróleo, con efectos en la balanza comercial; un precio de la electricidad nada competitivo debido al déficit de la tarifa; las fuertes primas impuestas a las renovables; la ineficiencia del actual mix de producción; una elevada fiscalidad energética; o la falta de transparencia en la configuración de precios y de los peajes, por citar algunas.

Para el sector del metal que engloba una parte sustancial del conjunto de la industria española, la energía eléctrica supone uno de sus costes de producción más relevantes, y en algunos casos, incluso por encima de los laborales. Se trata a su vez de una materia prima clave cuyo precio y la fiabilidad de su suministro se erigen como factores decisivos de competitividad, sobre todo para las empresas exportadoras.

La importancia de la energía en el metal ha determinado que los sectores industriales se encuentren desde hace décadas en un proceso continuo de mejora de su eficiencia energética, hasta el punto de convertirse en un instrumento de gestión de primerísimo orden en la estructura productiva industrial.

Sin embargo, este esfuerzo en racionalizar el consumo, asegurar el suministro, incorporar fuentes energéticas más limpias y seguras, y reducir el impacto de su coste en el precio final del producto, no ofrece los resultados esperados. Y todo porque no se ve acompañado por una regulación administrativa y fiscal acorde con la importancia de la energía para la industria, y con la relevancia de este sector para el conjunto de la economía española.

La actual situación del sector industrial aconseja que se prioricen actuaciones que favorezcan la eficiencia energética a corto plazo. En este sentido, cualquier medida  relacionada con cambios regulatorios en materia energética o disminución del coste de la energía sería bienvenida por sus consecuencias beneficiosas y directas en la actividad.

Las subidas energéticas no hacen sino agudizar la preocupación empresarial ante el futuro más inmediato. La permanente indefinición de la Administración y los agentes implicados ante el abultado déficit de tarifa acumulado, y el constante aplazamiento en la toma de decisiones sobre el marco general de nuestro futuro energético, hace que la producción de energía siga siendo fuente de incertidumbres de abastecimiento y de costes para las empresas.

Por eso, en FEMEVAL abogamos porque se engrane una cadena energética sostenible en su conjunto que garantice un suministro previsible, seguro y a precios competitivos para que las empresas industriales puedan crecer, atraer inversiones y crear empleos estables y de calidad. Pero hasta ahora las reformas introducidas en el sistema no han producido ninguno de esos efectos. Urge por tanto activar estas actuaciones, porque a mayor eficiencia energética mayor corresponsabilidad con nuestro entorno socioeconómico. Esta es la fórmula para dar el salto de lo que hoy es insostenible a la efectiva sostenibilidad y la vía que cubrirá las necesidades de las generaciones presentes y asegurará las de las venideras.