Que una notable industria del metal valenciana advierta que, aunque quieren realizar inversiones para incrementar su actividad, les frena el no poder contar con profesionales cualificados, enciende todas las luces de alarma.
Y esto es una realidad que alcanza a todos los sectores, sin distinción, y sabemos perfectamente que la formación es la raíz del problema porque no se adapta a la realidad laboral.
Pero lo más inverosímil es que, aún conociendo la problemática, a día de hoy todavía no se le haya puesto solución, a pesar de nuestra constante insistencia y recomendaciones a los poderes públicos y nuestras actuaciones desde el sector privado en las que nos hemos dejado la piel para adecuar la formación a la demanda de las empresas.
Si me permiten la comparativa, los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes y la sequía es uno de los más devastadores. Una sequía que también alcanza a nuestra industria cuyo futuro pende de un hilo porque no puede cubrir su elevada demanda de empleo.
Profesiones tradicionales como soldadura, mecanizado, tornería, fresado, matricería y fundición, personal técnico en instalaciones y mantenimientos, ya sean de automoción, mecánica, energías renovables o de sistemas eléctricos, electrónicos o automatizados, a especialistas en tecnologías 3D y robótica son sólo algunas vacantes que se quedan sin cubrir.
La industria vive tiempos de escasez de talento. Y el origen de esta sequía está en el escaso atractivo de la oferta educativa que capacita para la incorporación laboral, en una falta de relevo generacional que está llevando a la desaparición de oficios, en la mala reputación de la FP y en unos grados universitarios poco adecuados a la realidad empresarial que provoca que al alumnado le falten muchas horas de vuelo.
Nuestra industria tiene el futuro en el aire por la falta de personal cualificado, por lo que es hora de instar a la Administración a que se involucre, de una vez por todas, a cumplir su responsabilidad con la sociedad. Es cierto que se están realizando muchas actuaciones en todos los ámbitos desde el local hasta el europeo para favorecer la reindustrialización.
Pero se están olvidando de la mayor. Y es que la herramienta principal para que el engranaje industrial funcione son las personas. Por lo tanto, o potenciamos la formación o no tendrá lugar ninguna reindustrialización.
En este capítulo es justo reconocer que no se puede esperar del sistema educativo que responda y se ajuste a las necesidades particulares de las empresas, sino que deben ser estas las que deben adquirir un compromiso firme con la actualización permanente de las personas trabajadoras, además de establecer alianzas con universidades, institutos tecnológicos y centros y entidades del entorno educativo para conseguir la especialización que requieren.
Es imprescindible la capacitación de las personas que tienen que ejecutar ese modelo económico sostenible y resiliente al que aspiramos llegar. La clase política tiene que ser consciente de la importancia de formar a las personas para que pueda haber industria, y no dejar recaer la responsabilidad de la formación sobre las empresas y sus organizaciones representativas, ni mucho menos sobre departamentos estancos de Administraciones autonómicas donde las tareas no fluyen y los procesos se detienen. El problema es de todos, no sólo de los responsables de Industria, es de alcance a los de Educación y Empleo, y debe además subsanarse desde ámbitos superiores.
Hay que sacar músculo y ponerse a actuar ya para conseguir que los planes de estudio, en todas las etapas de la vida, y en especial en la laboral, ofrezcan una formación acorde a lo que necesita el mercado laboral. Es decir, que se reduzca la distancia entre la oferta de la formación reglada y la demanda de los sectores industriales.
Asimismo, se deben promover iniciativas orientadas a poner en valor y hacer atractiva la actividad industrial, su generación de empleo estable y de calidad, la conciliación y el desarrollo personal y profesional que ofrece de largo recorrido.
Ese es nuestro mensaje, una prueba de fuerza, porque queremos que el sistema educativo sea un instrumento útil para el sector productivo, que es el auténtico generador de empleo.
Dialogar, involucrar, actuar… son verbos que en este momento se nos antojan necesarios. La transformación de nuestros procesos de producción es urgente, pero también la transformación, motivación y el desarrollo personal de las personas que forman o formarán parte de nuestra industria.
Desde FEMEVAL siempre nos hemos anticipado a las necesidades de nuestro sector. Al respecto, además de campañas para atraer talento y nuestra intensa actividad formativa, junto a AIDIMME estamos desarrollando el Centro de Excelencia en Conocimiento del Metal (CEXmetal) para adaptar de los recursos humanos a las habilidades que requieren los nuevos procesos de fabricación, tenemos prevista la puesta en marcha de una Agencia de Colocación de FEMEVAL, así como un nuevo centro de formación porque el alumnado que formamos en las actuales instalaciones de Alaquàs no cubre la constante demanda de perfiles cualificados las empresas, sobre todo de certificados de profesionalidad.
No nos olvidemos nunca que sin personas, no habrá industria, y sin industria no habrá país.