Las organizaciones empresariales acabamos de dar un gran paso adelante para demostrar, una vez más, que la unión hace la fuerza. Que sumando esfuerzos y alzando la voz se puede conseguir, al menos, hacer ruido para defender lo que es nuestro. En este sentido, hemos aunado criterios para ir más allá de nuestra misión como entidades que se deben a sus empresas, y defender -todos a una- los intereses globales de la economía valenciana, y por ende de toda la sociedad.
Con absoluta rotundidad hemos exigido al Gobierno central un equitativo sistema de financiación autonómico, un clamor empresarial que hemos trasladado al Consell y del que se ha hecho eco y, en cierta medida, suyo. Abogar por lo que nos corresponde es justo, tanto por lo que representamos en términos de población como por la generación de riqueza que aportamos al conjunto del Estado.
Estamos en un momento en el que todo el debate político gira en torno a la definición de la “tercera vía” catalana, a la infrafinanciación y al “y tú más” preelectoral. Nuestros dirigentes, apoltronados en sus escaños, se están olvidando de que la auténtica solución del problema vendrá cuando centren el tiro en recomponer la demanda interna. Porque por mucho que se empeñen en disfrazar la recuperación con cifras macroeconómicas, mientras nuestro mercado siga en encefalograma plano la madeja de la economía seguirá enredada.
Todo lo anterior es importante, pero lo imprescindible es retomar la actividad de nuestras empresas, para hacer sostenible el sistema del bienestar.
No hacen falta más emprendedores, ni más financiación, ni más políticas de parcheo de cara a la galería. Lo que hace falta es reactivar el consumo interno porque las pequeñas y medianas empresas que estamos en activo tenemos que comer. Y si algo tenemos claro es que con el pan no se juega.
Por lo tanto, el gobierno valenciano no puede seguir a rebufo de lo que hagamos las organizaciones empresariales, ni mucho menos relajarse a la espera de cerrar agendas con Montoro. Tiene que despertar del letargo que le ha generado el aplazamiento de la reforma del sistema de financiación autonómica y coger las riendas para devolver a nuestra Comunitat la hegemonía que está perdiendo por el camino.
En sus manos está articular otras vías que dinamicen la actividad económica de ciertos sectores que, hasta ahora, no han entrado entre sus prioridades. Y hablo del sector metalmecánico. El turismo da de sí lo que puede y la construcción de nueva obra ya se ha exprimido hasta su saciedad.
Le toca el turno ahora a nuestras empresas, sobre todo a las Pymes de la industria, comercio y servicios del metal. Existen muchas fórmulas para ayudarlas a seguir adelante. Entre ellas, impulsar un Plan de Rehabilitación de Viviendas o de Renovación de Calderas y Bienes de Equipo. Son sólo algunas de las ideas que desde FEMEVAL hemos reclamado en infinidad de ocasiones.
Por nuestra parte, como empresarios y como patronal, seguiremos poniendo más carne en el asador. No lo hemos dejado de hacer nunca pero, insisto, sin demanda interna nos resultará imposible seguir avanzando y, mucho menos, subirnos al carro del tren exterior. Que no se olviden los legisladores.