BRECHA SALARIAL, DOS SIGLOS PARA DESAPARECER

Post P煤blico 22/02/2019 2 2.182
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Vivimos en una sociedad en continuo movimiento y evolución. En la que los avances tecnológicos y el universo digital nos acompañan en nuestro día a día, ...

Vivimos en una sociedad en continuo movimiento y evolución. En la que los avances tecnológicos y el universo digital nos acompañan en nuestro día a día, mejorando la comunicación y difuminando barreras entre personas. En un entorno en el que se empieza a hablar de producción de carne in vitro, de construcción de satélites de iluminación artificial, de ascensores espaciales, de móviles que detectarán síntomas de depresión y de mascotas robóticas. 

 

Coexistimos en una sociedad que aboga, por su parte, por un nuevo modelo de crecimiento, que mira al futuro en clave de sostenibilidad y que aspira a ser igualitaria tratando de eliminar los roles y los prejuicios de género existentes, y en la que se extiende cada vez más el uso del lenguaje inclusivo. 

 

Sin embargo, toca ser críticos en este último aspecto porque la realidad nos dice que sobre el papel la igualdad existe, pero en la práctica no es real. Es más, estamos dando un paso atrás ya que no somos capaces de frenar desigualdades que dibujan aún más la línea que separa a hombres y mujeres. Un dato: según el informe del Foro Económico Mundial, la brecha de género no se cerrará hasta dentro de 108 años y habrá que esperar otros 202 más para lograr la paridad en el lugar de trabajo.

 

En el caso de nuestro país la brecha salarial de género es del 28,7% y va en aumento mientras que en Europa la tendencia es a la inversa. Además, no hay ninguna comunidad autónoma en la que una mujer cobre de media más que un hombre, y hay más brecha en el sector servicios (28%) que en industria (26,1%) y construcción (10,3%). 

 

Unas cifras inquietantes que urgen cambiar de rumbo y de mentalidad. Una sociedad que se precie de ser moderna ha de garantizar la Igualdad en mayúsculas. No podemos tolerar más discriminación ni infravaloración en el lugar de trabajo, ni la segmentación laboral en sectores y ocupaciones típicamente feminizados -ni todas las mujeres quieren ser enfermeras y ni todos los hombres médicos-. Toca influir desde la infancia para acabar con estereotipos y roles de género que condicionan nuestro futuro. Hay que dejar de hacer anuncios rosas para chicas jugando con muñecas, y azules para niños construyendo cosas. Eso evitaría que las primeras terminen decidiendo formarse en el cuidado de personas y los segundos en ingenierías. Y cómo no, toca romper el “techo de cristal”, para invertir la escasa presencia de mujeres en puestos de liderazgo y alta dirección, y la baja representatividad en trabajos relacionados con la política, la economía y las ciencias.

 

Las soluciones están al alcance de nuestras manos. Tan sencillo como implementar una legislación específica y acuerdos colectivos que reduzcan la diferenciación en el salario, poner en marcha herramientas que aumenten la transparencia de los sistemas salariales e identifiquen la brecha salarial, e incluir planes de igualdad de género en las compañías. 

 

En FEMEVAL ya llevamos casi una década predicando con el ejemplo. Nuestra federación se guía por un exigente Plan de Igualdad, que en su cuarta edición tiene como horizonte 2019-2021. Con él promovemos y garantizamos la integración, aplicamos la igualdad real de oportunidades y el principio de no discriminación como pilares básicos de actuación. Un sello que identifica nuestra cultura corporativa.

 

Por eso, aprovecho la celebración hoy del Día Europeo de la Igualdad Salarial para insistir en que si queremos que la sociedad siga avanzando y todos y todas con ella, tenemos que esforzarnos para tener las mismas oportunidades que nos permitan desarrollar nuestro proyecto vital y hacerlo en condiciones de igualdad.

Las sociedades que apuestan por eliminar las barreras de género obtienen, a cambio como recompensa, más crecimiento económico, desarrollo y productividad. Se ha calculado que si las mujeres pudieran acceder a los mismos puestos y tener las mismas posibilidades se generaría ganancias de productividad de entre el 3% y 20% según el país. 

 

Toca favorecer la conciliación, decir adiós a los patrones masculinos presentes en algunas empresas, descartar sistemas de promoción poco objetivos y aumentar la visibilidad de las mujeres. Es el único camino para seguir progresando.