La crisis que empezamos a dejar atrás ha evidenciado cómo muchas compañías han pospuesto la puesta en marcha de iniciativas destinadas a incrementar el orgullo de pertenencia. Me refiero a ese compromiso para involucrar en su proyecto empresarial a sus grupos de influencia como son empleados, proveedores, asociados, clientes, inversores…
Está claro que la situación económica ha hecho que pongamos más el foco en tratar de sobrevivir. Pero eso no nos exime de olvidarnos de los nuestros, de los que tiran a diario del carro con nosotros exigiendo poco y dando mucho. Somos, por tanto, los máximos responsables de las empresas y organizaciones los que debemos fomentar, en primera instancia, ese orgullo de pertenencia. Tenemos que ser apóstoles de nuestras marcas, productos y servicios y estar predispuestos a transmitir entusiasmo, complicidad y transparencia.
Pero, ¿cómo podemos generar el orgullo de pertenencia? A mi entender depende de tres factores: las características de la organización, las personas que la lideran y componen y la excelencia de los servicios y/o productos que ofrecen. Tres exponentes que, si me permiten, se ejemplarizan en la federación que presido, FEMEVAL. Y de la que puedo decir tengo el gran orgullo de pertenecer.
En FEMEVAL confluye una heterogeneidad de empresas y asociaciones pertenecientes a la industria, comercio y servicios del sector metalmecánico. Para afianzar su sentimiento de pertenencia, asentamos nuestro funcionamiento sobre un Código de Buen Gobierno que regula las pautas de actuación, y reafirma nuestro compromiso con una gestión eficaz, independiente y transparente. Este documento recoge unos principios éticos y de gestión institucionales que responden a nuestra forma de entender el funcionamiento de las organizaciones y la de nuestra propia federación. En él se exponen los valores de referencia que rigen nuestras actuaciones, y abre a la sociedad nuestra actividad para transmitirle que somos un proyecto de todos, basado en la participación de los agentes sociales y en el desarrollo de sus valores éticos fundamentales.
Su implementación conlleva un importante ejercicio de autocrítica que nos obliga a evaluar, de forma constante, nuestras capacidades para ajustarlas a las demandas de los asociados, así como a las expectativas que la sociedad deposita sobre nosotros como organización empresarial. Ese análisis sobre las pautas de actuación lo trasladamos a un Plan Estratégico que renovamos cada cuatro años. En él se concreta hacia dónde debe encaminar sus pasos FEMEVAL con el objetivo de configurar una organización fuerte, sólida y viable en el tiempo.
Con este pilar de funcionamiento afianzado, estamos en una permanente búsqueda de la complicidad de nuestra plantilla a la que escuchamos y le comunicamos lo que nos preocupa y ocupa para hacer equipo e inculcar orgullo a nuestra gente. Ellos son nuestros máximos prescriptores y la cara visible que presta servicio a las empresas que componen la federación.
El círculo se cierra mediante una prestación de servicios ajustada a las nuevas necesidades del mercado. Con esta misión, hemos afianzado una cliente orientación excelente para que las asociaciones ganen en número de asociados, y adecuada a la gestión que las empresas nos exigen en la actualidad.
¿Y por qué nos empeñamos en actuar así? La respuesta es sencilla. Porque cuando hay orgullo hay eficiencia, y si hay eficiencia hay futuro. Por eso estamos convencidos de que las organizaciones que son transparentes y respetuosas porque basan su actuación cotidiana en un clima de confianza y en unos valores sólidamente integrados es, muy probable, que cuenten con personas satisfechas de pertenecer a ellas. Yo soy de FEMEVAL, ¿y tú?.