Barómetro del Metal

Urge estabilidad política y económica

Post Público 19/07/2023 20 1.476
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Las empresas no entendemos de estrategias políticas escalonadas para mover a otras del sillón, ni nos regimos por programas electorales fugaces.

 

Incertidumbre y economía no se llevan bien. Si además esa incertidumbre es política e institucional, la enemistad aún es mayor. Y ahí estamos en esa disyuntiva desde hace más de cuatro meses provocada por interminables citas electorales autonómicas, municipales y generales, que han generado una situación de desgobierno, de acelerados pactos para gobernar y de inquietud por la llegada de un nuevo gobierno que pueda cambiar sustancialmente las reglas del juego.

 

Sea lo que tenga que venir o se quede, que no estorbe al desempeño económico. Que lo que hace falta ahora es estabilidad y calidad institucional y democrática para asegurarnos un crecimiento a largo plazo sin vaivenes.

 

Y por supuesto, que se respete la andadura de las empresas, porque nuestra actividad no entiende de estrategias escalonadas para mover a otras del sillón ni de ambiciones personales. Lo único que nos mueve al tejido empresarial y a sus organizaciones representativas es nuestra capacidad para trabajar en equipo, para pensar en clave de desarrollo, de creación de empleo y nuestro empeño para no desfallecer ante tanta traba impositiva y tanto menosprecio a nuestra labor. 

 

A diferencia de la clase política, las decisiones que tomamos las empresas no cambian en el corto plazo, ni se rigen por un programa electoral fugaz. Las decisiones se consensuan, y muchas tardan meses en adoptarse para que todo encaje y no comprometa a toda la cadena de valor que forma parte de la actividad productiva.

 

Por eso, hay que poner coto a este tándem de reveses y recuperaciones que está provocando la carrera hacia las urnas para dar paso a un periodo de certidumbre, crecimiento y confianza. Porque cuanto más larga sea la indefinición política, mayores serán los efectos perniciosos para el futuro de nuestra economía y del bienestar social.

 

Con ese telón de fondo, la evolución económica depende de la solución de problemas como el ajuste y agilidad del sector público, de la creación de empleo, del incremento del número y tamaño de nuestras empresas, de la disminución de la presión fiscal o la mejora de la educación.

 

Como existen ya muchas fórmulas solventes para enfrentarse a ellos, sólo queda que los responsables políticos, una vez que ocupen sus escaños y desde la moderación, el entendimiento y el sentido común, las apliquen con decisión. Es hora de actuar con generosidad, de aparcar ideologías y partidismos, y de empezar a trabajar para avanzar en medidas por el bien común que los intereses electorales han retrasado.