Leía hace poco que los datos son el nuevo petróleo de la sociedad por la inmensa cantidad que se generan en la red y los beneficios económicos que atraen. Para entrar en contexto sirvan estos ejemplos. Más de la mitad de la población mundial -3.773 millones de personas- utiliza Internet y hay 2.789 millones de usuarios activos en redes sociales. Tan sólo Facebook Messenger y Whatsapp mueven 60.000 millones de mensajes diarios y Google procesa 40.000 búsquedas por segundo. De éstas, más de la mitad se realizan a través de móviles. En España la cifra también es llamativa porque de los 46,4 millones de habitantes, 37,87 millones somos usuarios online y otros 25 millones de Redes Sociales.
Y ya si hablamos de la conectividad total entre objetos y personas conocida como el “Internet de las cosas” (IoT), se calcula que en 2020, entre 22.000 y 50.000 millones de dispositivos se conectarán a Internet para proporcionar a los ciudadanos una serie de servicios y aplicaciones inteligentes sin precedentes.
Es evidente que algo está cambiando y que todos nos tenemos que poner la mochila tecnológica a las espaldas y subirnos a este imparable tren de la digitalización. Y cuando digo todos me refiero a empresarios, trabajadores y al conjunto de la sociedad. Porque nos guste o no, el futuro tanto empresarial como social depende de la forma en la que nos preparemos para abordar lo que todavía está por llegar.
El siglo XXI ha abierto las puertas al fenómeno de la transformación digital, una revolución de revoluciones que está haciendo que se multipliquen las oportunidades de negocio. Y que también va a propiciar la creación de nuevos modelos de organizaciones, procesos productivos y profesiones. De hecho, se estima que en diez años en Europa habrá más de un millón de puestos digitales que cubrir. Es más, muchos de los nombres de los trabajos que tendrán nuestros hijos aún ni siquiera se han inventado.
Este boom digital que acaba de empezar ya no tiene retorno. Obliga, por tanto, a sectores, como el metalmecánico, y sobre todo a sus pymes y trabajadores, a reinventarnos para evitar que nos arrastre este tsunami tecnológico.
Nos encontramos ante una Industria 4.0, emergente, con avances implícitos en robotización, automatización y digitalización. Un modelo industrial que traerá un aumento de las cadenas de valor industriales, al permitir una producción más rápida y flexible, con bajos costes y de alta calidad. Un modelo dirigido por datos, eficiente y sostenible medioambientalmente cuyos beneficios, a medio plazo, contemplan mejoras de productividad de entre el 10% y 20%, una reducción de hasta un 50% de los inventarios y un 20% de mejoras de calidad.
Esta transformación digital como motor de cambio, desarrollo, crecimiento económico y de creación de empleo forma parte de nuestro Plan “Valencia Industria Conectada 4.0“. Un proyecto ilusionante y ambicioso con el que desde FEMEVAL queremos apoyar la digitalización en la gestión de cerca de 5.000 empresas metalmecánicas. Un reto en el que vamos de la mano con los institutos tecnológicos Aidimme (metal, madera, embalaje y afines) y el ITE (energía) y que contempla seis líneas estratégicas para el periodo 2017-18 con un único fin: aprovechar la oportunidad que brindan las nuevas tecnologías para posicionar al metal como un sector fuerte, referente y competitivo. Una meta que confiamos anime y ayude a nuestras empresas a subirse a la nueva ola digital.