Para poder desarrollar nuestra actividad correctamente, los empresarios necesitamos estabilidad en todos los sentidos: jurídica, política y social. Porque sólo desde esa estabilidad podemos sentar las bases para crear proyectos empresariales a medio y largo plazo.
En lugar de eso, asistimos perplejos a una etapa sociopolítica que nos genera muchas dudas. Atravesamos una situación en la que parece que todo lo que antes valía ahora ya no sirve. Y en la que todos los cimientos en los que se ha basado el desarrollo de los últimos años, hay que dinamitarlos para partir de cero.
Es cierto que se han hecho muchas cosas mal. Especulación irracional, corrupción endémica, avidez por parte de las entidades financieras, y así un largo etcétera. Pero también que en esta travesía del desierto, en la que aún seguimos inmersos, hay aspectos muy positivos sobre los que debemos asentar la tan ansiada recuperación.
El más importante, la experiencia que los empresarios hemos adquirido para saber lo que realmente importa y es imprescindible en nuestros negocios. Esto es, aspectos como el esfuerzo, la mejora continúa, la búsqueda de la competitividad en mayúsculas, la visión global, la formación o el poder reivindicar juntos lo que las empresas necesitan.
Las compañías del metal estamos haciendo lo que debemos y, en muchos casos, lo que podemos. Por eso no tenemos que resignarnos a que unos partidos políticos que -tienen en su manos la potestad de publicar leyes en el BOE- vuelvan a las andadas de la confrontación sin sentido, a las luchas viscerales, a la falta de diálogo o a hablar de proyectos demagógicos de difícil aplicación, dejando una vez más de lado que se deben a la sociedad.
En lo único que están de acuerdo es que hay que recuperar los niveles de empleo y mantener ese estado del bienestar que, con tanto esfuerzo, hemos alcanzado.
Pues bien, no son ellos los que pueden conseguirlo. Sólo lo podemos hacer todos los que formamos parte del tejido empresarial: empresarios, trabajadores y organizaciones empresariales y sindicales. Porque las arcas del Estado se llenan con los impuestos recaudados de las actividades que desarrollamos, y parece que se olvidan que somos nosotros los que contratamos y formamos en cuanto la actividad se mueve un poco.
¡Señores políticos! Para satisfacer las necesidades de la sociedad, los empresarios tan sólo solicitamos planes inteligentes de activación de la demanda interna, que nos reduzcan las cotizaciones sociales que penalizan el empleo, pagar la energía a su precio justo y que den facilidades a la actividad económica. Esa, y sólo esa, es la única manera de mantener el sistema del bienestar. Así que recuerden que si nos dejan, los empresarios somos los que podemos.