La escasa participación ciudadana en las elecciones europeas ha jugado un rol importante, no sólo en los resultados, sino en la lectura que hacen los ciudadanos del papel que están desempeñando nuestros dirigentes. El desempleo, el déficit, la deuda, el fraude fiscal, los rescates de las entidades financieras, las políticas de austeridad, el alejamiento de la clase política de la economía real… son algunos de los detonantes que acrecientan la desconfianza en unos poderes públicos inmersos en una espiral sin salida.
Pero también muestran la apatía de una sociedad que desconoce que nos jugamos mucho en estos comicios, motivada tal vez por unos partidos que han edulcorado sus programas con descalificaciones, guerras de herencias y una más que patente falta de propuestas sobre el papel que nuestros eurodiputados deben defender en Europa.
Los partidos con representación europarlamentaria tienen que recuperar esa confianza demostrando su capacidad de influencia para formar parte activa de la política comunitaria que condicionará nuestro futuro como país hasta 2019, en una Europa cercana y necesaria pero aún desconocida por millones de españoles.
La nueva maquinaria legislativa ya está en marcha desde ayer. Es el turno de adoptar medidas que mejoren la coyuntura económica. Entre ellas, el reto de la creación de puestos de trabajo. Hay 26 millones de europeos, entre ellos casi 6 españoles, que necesitan trabajar y no pueden. Una competencia que, aunque reside en los estados miembros, Europa tiene mucho que aportar.
Una de las soluciones, sobre la que insistimos en FEMEVAL, para mermar esta lacra social pasa por incluir el debate industrial en todas las mesas de decisión para permitir que la industria europea recupere un peso del 20% del PIB en 2020, ya que en la actualidad apenas supone el 15,6 por ciento. Europa y, sobre todo, España, necesitan invertir la actual tendencia de decadencia industrial y recuperar un crecimiento sostenible para crear empleo de calidad, como respuesta a los problemas económicos y sociales a los que nos enfrentamos.
Los eurodiputados tienen que empezar ya a reinventar Europa para subsanar el problema de pérdida de competitividad al que se enfrenta la industria frente a áreas económicas emergentes de otros mercados. ¿Cómo? Asentando las bases para activar una reindustrialización apoyada en programas de innovación, de educación y formación que conlleve un valor añadido para este sector, de apertura a los mercados internos y externos y acceso a la financiación, especialmente para pymes, y de políticas energéticas asequibles. Y todo ello con normas que no dificulten a las empresas para competir con las exteriores, incluso en la propia Europa.
Nos enfrentamos pues a uno de los mayores retos de las últimas décadas: recuperar la solidez del sector industrial en la UE para que continúe generando puestos de trabajo estables y compitiendo en los mercados mundiales.
En sus manos está definir qué Unión Europea necesitamos y qué medidas deben adoptarse para configurar una economía de la Unión capaz de hacer frente, no sólo a la actual crisis, sino al nuevo modelo de crecimiento productivo hacia el que estamos evolucionando como resultado de esta etapa. Un modelo en el que los errores del pasado no tendrán cabida y que no dará opción a espirales sin salida.