Las organizaciones empresariales tenemos ante nosotros una oportunidad histórica para poner en valor nuestro cometido. Ahora más que nunca debemos tomar las riendas para que el saber hacer del tejido empresarial escale posiciones en las actuaciones del nuevo Consell. Máxime cuando, a priori, están enfocando sus políticas al impulso de medidas sociales, aunque insistimos en que deben estar basadas en otras que propicien la reactivación económica y la generación de empleo.
Como entidades amparadas por la Constitución, en su artículo 7º, somos el referente principal del empresariado en su conjunto, y las únicas legitimadas legalmente para asumir determinadas funciones, especialmente las relativas al ámbito de la negociación colectiva y a los procesos de concertación social.
Por eso ahora, y con mayor motivo, nuestra labor como interlocutores clave tiene que encaminarse hacia tres aspectos fundamentales: recuperar nuestra imagen pública; posicionar nuestras reivindicaciones en primera línea de salida; y animar a las empresas, y en especial a las más pequeñas, a que vean en el asociacionismo el mejor aliado para crecer y ser viables.
Porque si algo sabemos las organizaciones empresariales es que sumando ganamos todos. Y que la integridad, coherencia y proactividad son estrategias imprescindibles que debemos abanderar para mantener unos esquemas de representatividad global. Con ello estaremos, además, evitando el riesgo de la parcelación de intereses del tejido empresarial e incluso la aparición de lobbies poco aconsejables por su falta de transparencia y de corresponsabilidad.
Con esta meta, entidades como FEMEVAL trabajamos desde el convencimiento de que para crecer hay que aliarse. Pero también renovarse, porque al igual que evolucionan los mercados y las empresas se preparan para afrontar nuevos retos y tendencias cada vez más vanguardistas, estamos en la obligación de analizar y entender estos desafíos y reformular nuestra estructura y funcionalidad.
En este sentido, impulsamos acciones relacionadas con la creación de empleo, con el reciclaje y cualificación de las plantillas, con la mejora competitiva a través de la contratación ventajosa de diferentes servicios, con iniciativas para favorecer la movilidad de nuestros asociados, la cooperación o la innovación, o promoviendo la red de contactos a través de fórmulas como el networking.
Ir un paso por delante de las necesidades empresariales es, a día de hoy, un imperativo para sobrevivir como organización empresarial. Las empresas exigen que su organización representativa conozca de primera mano cuál es la realidad que afecta a su sector, qué soluciones plantea para afrontarla y qué servicios competitivos le reporta. Pero, sobre todo, quieren ver en ella a esa entidad que actúa como plataforma de representación de sus intereses y el lugar idóneo donde relacionarse, compartir experiencias con otros empresarios e interactuar como potenciales clientes y proveedores.
Todas estas facetas del asociacionismo empresarial existen y las enarbolamos en FEMEVAL y en las 38 asociaciones que forman parte de nuestra federación. Asociaciones que integramos intereses individuales para defenderlos como grupo. Entidades que, además, trabajamos para evitar la soledad de las pequeñas empresas y nos esforzamos para que sus negocios ganen en visibilidad.
Así que si es válida la afirmación de que no es bueno que el hombre esté solo, en FEMEVAL sabemos que para el empresario tampoco es beneficioso.