Dos de las características que tenemos los empresarios y nuestras organizaciones representativas es confianza y paciencia. Pero estamos en un punto en el que empezamos a observar el reloj con cierta incomodidad ante las dificultades de avanzar en materia de política industrial.
Aunque el Consell ha dado algunos pasos en la buena dirección, la velocidad no es la deseada para un sector como el metalmecánico que ejerce de motor y tractor económico. Todo el esfuerzo de la industria valenciana, que viene básicamente de la mano de la iniciativa privada, ha permitido generar un volumen de riqueza y empleo del que se beneficia el conjunto de nuestra Comunitat.
Esta es y será nuestra responsabilidad: hacer todo cuanto seamos capaces para no perder las oportunidades de nuestra posición estratégica -que nos hemos ganado a pulso- y seguir contribuyendo a incrementar el PIB, y por ende, el bienestar social.
Por eso, no dejaremos de seguir reclamando más compromisos en firme, y cuanto antes mejor. Ya son muchas las veces que los hemos solicitado y nos gustaría que se pusieran en marcha definitivamente!
Al respecto, retomo parte de mi discurso de los pasados Premios FEMEVAL porque el mensaje sigue siendo el mismo. El futuro de la industria del metal pasa por activar un modelo industrial similar al vasco, un plan industrial que cuente con la implicación de organismos públicos y privados que nos permitiría acabar con la desertificación industrial de las últimas décadas y evitar convertirnos en una economía de poco valor añadido.
El año pasado, dábamos la bienvenida al Plan Estratégico de la Industria Valenciana (PEIV), pero no a unos plazos de ejecución y partida económica aún en el aire. Ahora, inmersos ya en el segundo mes de 2018, nos encontramos ante una insuficiencia presupuestaria que se configura como la gran debilidad que está paralizando políticas industriales ya emprendidas y en fase de desarrollo.
Sí. Somos conscientes de las limitaciones económicas del gobierno valenciano. Pero también sabemos que se puede hacer más con menos. Y el punto de partida es optimizar los recursos existentes para destinarlos a políticas industriales ya en marcha que gozan del consenso y esfuerzo de participación de los agentes sociales. Entre ellas, el reciente Plan Estratégico de la Industria Valenciana que he indicado antes, el de Seguridad Industrial, los sectoriales, la Agenda Industria 4.0 de la Comunidad Valenciana o la estrategia RIS3-CV.
Y no. No pedimos mucho. Sólo lo que nos corresponde por nuestro peso específico como sector. Pero para ello, la Conselleria de Economía debería desbloquear la actual situación cubriendo la vacante de la Dirección General de Industria y Energía o reasignando competencias. Y, en cualquier caso, con la suficiente dotación de personas que puedan llevar a cabo sus funciones, para no seguir sufriendo la ralentización actual.
Por ello una vez más apelamos por la defensa de la actividad industrial valenciana de la que dependen miles de empresas y puestos de trabajo cuya continuidad está en juego y esa responsabilidad exige una respuesta entre todos a la altura de las circunstancias. URGE, en mayúsculas, un cambio de ritmo para que se asiente un nuevo modelo de crecimiento económico donde el peso de la industria y sus servicios auxiliares sea significativo.