Hace ya unos años, y no voy a decir cuántos, que no escribo a los Reyes Magos. La prudencia así me lo aconsejó hace tiempo y además es un testigo que cedí, en su día, con mucho gusto a mis hijos. Pero, como suele decirse, nunca es tarde si la dicha es buena para recuperar costumbres en las que tanta ilusión depositábamos.
Así que he decidido aprovechar mi Blog para publicar esta Carta que redacto en un contexto distinto al de mi infancia y con unos deseos muy diferentes de los que en su día pedía a Sus Majestades. Empieza así.
Queridos Reyes Magos:
Dejamos atrás un año difícil de olvidar y que hemos vivido, si me permiten la expresión, peligrosamente porque han sido muchas las situaciones que nos han colocado al borde del abismo. A grandes rasgos, ha sido un ejercicio en el que hemos visto abdicar a un rey y coronarse a otro. Un año que ha sacado a la luz numerosos casos de corrupción, que han forzado el paso por prisión de dirigentes y personajes de la farándula. Un periodo en el que hemos temido al contagio por el virus del ébola y que ha visto nacer a una nueva fuerza política que está despertando los peores temores del actual bipartidismo. Pero, sobre todo, ha sido un 2014, que por estos y otros avatares, nos ha dado un baño de humildad a nuestra marca como país.
Han sido, por tanto, 365 días en los que nos hemos indignado, asombrado, e incluso ilusionado ante un escenario económico que ha empezado a mostrar leves signos de recuperación. Pero aunque el presidente del Gobierno se haya empeñado en afirmar que España ha pasado de ser el “farolillo rojo” de Europa a encabezar el crecimiento económico en el continente, la realidad nos sigue mostrando que no es oro todo lo que reluce.
Así, y en vez de ponerse medallas por el “esfuerzo” realizado en “circunstancias difíciles” gracias a las reformas emprendidas, deberían empezar por reconocer de quién es el verdadero mérito. Porque si alguien ha puesto toda la carne en el asador esas han sido las economías familiares y los que tenemos la responsabilidad de levantar la persiana cada día para generar riqueza y empleo con nuestros negocios. Y créanme, no es una tarea fácil porque nadie nos regala nada.
Por eso si de algo podemos estar satisfechos los ciudadanos es de haber sobrevivido a estos meses de incertidumbre económica, porque demuestra que con ingenio, voluntad y sentido común, se le puede echar un pulso a la difícil coyuntura.
Con tal motivo, y ahora que encaramos un nuevo año les pido a nuestros dirigentes que nos dejen a los empresarios seguir haciendo nuestro trabajo, porque somos la solución para salir de este atolladero. También les insto a que no focalicen todos sus esfuerzos en ganar las elecciones, y que no se olviden de lanzar medidas eficaces y ágiles para impulsar la economía. Como sugerencia, estaría bien, que empezaran a dignificar nuestra labor, y que favorecieran, de una vez por todas, el despegue definitivo de nuestra industria en 2015.
Otro deseo pasa por pedir que se active una verdadera lucha contra el fraude, una rebaja de los costes laborales y de las cargas impositivas, así como una mayor seguridad legislativa que ampare nuestra labor y más financiación para evitar dejarnos en la ruina. Y, cómo no, que dejen de hacer odios sordos a las propuestas de organizaciones empresariales que, como FEMEVAL, nos representan porque sin ellas los empresarios individualmente navegaríamos por un mar sin rumbo.
Creo que nos son excesivas mis peticiones. A cambio las empresas estamos dispuestas a seguir haciendo lo que mejor sabemos. Esto es, continuar poniendo ganas para que los sueños de la regeneración económica se hagan realidad.
Atentamente,
Vicente