Entramos en un mes en el que la solidaridad se tiñe de rosa. En octubre, con motivo de la celebración el día 19 del Día Mundial Contra el Cáncer de Mama, cientos, miles, millones de mujeres aúnan fuerzas para sumarse a la lucha contra un cáncer que afecta a más de 63.000 personas cada año en nuestro país. Si bien es cierto que a nosotros también nos puede tocar, sin embargo, más del 99 por ciento de los diagnósticos ocurre en mujeres.
Son ellas, pues, las que una vez más tienen la capacidad de ponerse el traje de Superwoman para hacer frente común contra una enfermedad en la que la investigación y el diagnóstico precoz son sus mejores aliados.
Pero este comportamiento que les lleva a aliarse para alcanzar metas concretas no es algo aislado. Forma parte de su ADN, de su esencia para compaginar vida laboral con la familiar y personal. Porque si algo tienen las mujeres es que saben mezclar liderazgo y sensibilidad. Profesionalidad y empatía. Intuición y capacidad de escucha. Pero, sobre todo, poseen un don innato para procesar cualquier información de una manera más profunda, y analizar todo lo que sucede dentro y fuera de ellas.
Estas cualidades son las que prevalecen en los modelos de liderazgo femenino y las que nos llevan a pensar que, tanto para hombres como para mujeres, este nuevo estilo es la puerta necesaria para alcanzar el éxito en las organizaciones del S XXI.
Así que tomemos nota porque, aunque intentemos alejarnos de los estereotipos, está claro que existen diferencias innegables entre las formas de dirigir equipos de hombres y mujeres.
Un buen líder debe aunar una serie de habilidades y actitudes que sirvan de auténtico motor a las compañías. Entre ellas ser asertivo, más observador, tener carisma, entender el lenguaje no verbal, ser más abierto al cambio y a la innovación, alentar la participación entre equipos, compartir la información y fomentar la comunicación interpersonal. Y, cómo no, debe saber buscar los resultados a través de la colaboración, del consenso y de la implicación.
En definitiva, unos rasgos que parecen despuntar en las mujeres y que cada vez más les abre las puertas a puestos de dirección o de responsabilidad en todos los niveles de la jerarquía organizacional.
No sé si será porque les han educado en la empatía, en la comprensión, en el cuidado de los otros lo que les hace que sean grandes directivas, especialmente en el área de los Recursos Humanos. Lo que sí sé con certeza es que en un sector como el metalmecánico su presencia es cada vez más significativa en puestos de responsabilidad relacionados con el ámbito de la gestión de personas de grandes y medianas empresas.
Contar en nuestras compañías con mujeres sobradamente preparadas que destacan por un estilo de liderazgo participativo, horizontal y colaborativo es un logro y una oportunidad. Un logro porque se han hecho hueco en un sector que sigue estando muy masculinizado, y una oportunidad para todos porque su predisposición al liderazgo y su capacidad para conciliar todos los ámbitos de su vida son un digno ejemplo a seguir.