Empezamos un nuevo año, y como siempre cargado de propósitos. Buenas voluntades a las que, de momento, acompañan los datos. Así, la previsión de crecimiento para nuestra economía se sitúa en un 2,2% para este ejercicio frente a una desaceleración del 1,3% pronosticada para Alemania. Una estabilidad que nos permitirá seguir subidos en un tren que parece seguir en marcha, pero que también necesita de combustible para no frenar de golpe.
Así que nos toca concretar objetivos y proponernos retos no demasiado ambiciosos pero sí realistas. Porque el escenario que tenemos por delante anuncia curvas. En primer lugar, porque entramos en un año políticamente variable con unas elecciones autonómicas y municipales en las que los partidos tendrán que redoblar sus esfuerzos.
Con independencia de quien gane, sólo pedimos continuidad para las actuaciones que tanto nos han costado activar con la Administración. Volver a empezar de cero con todo lo ya avanzado supondría desviarnos definitivamente del camino del progreso económico, social y de esa tan anhelada sostenibilidad. Nos toca reclamar, por tanto, a los partidos políticos que aspiran a gobernar que incluyan en sus programas planes de apoyo a la industrialización y al impulso de sectores productivos estratégicos como el metalmecánico, y que, a su vez, seamos una prioridad del nuevo Ejecutivo.
Este año los interlocutores sociales también vamos a tener que demostrar de nuevo nuestra capacidad de diálogo sobre la mesa para negociar el Convenio de Industria. Poner en valor lo que hacemos no debería ser sólo tarea nuestra, porque sabemos lo que queremos, lo que pedimos y lo que conseguimos. Por tanto, será una oportunidad única para que se reconozca por parte de los poderes públicos, y también socialmente, el enorme esfuerzo y labor que realizamos los sindicatos y organizaciones empresariales como gestores de los intereses y bien común de trabajadores, trabajadoras y empresas.
2019 también avanza la incógnita sobre el rediseño de Ford en Europa. Un año a todas luces convulso que combinará el impacto del "brexit", el futuro de los planes de producción en España y, además, como elemento añadido en la planta valenciana, serán las elecciones sindicales. Al respecto, esperamos que los vientos soplen a favor de una compañía que ha favorecido el nacimiento de una sólida red de proveedores en su entorno y que es un claro referente de la industria automovilística, los servicios y sus comercios anexos.
Todo este horizonte vislumbra que hay un año por delante en el que las organizaciones empresariales debemos ser más proactivas, generadoras de iniciativas, transparentes y con más autoridad e influencia que nunca. Tenemos poner en valor nuestra representatividad como punto de convergencia de las inquietudes, intereses, necesidades reales y aspiraciones comunes de pequeños, medianos y grandes empresarios. Y seguir defendiendo que solo las reformas y acuerdos basados en el diálogo y el consenso, no impuestas por el Gobierno de turno, son las que realmente funcionan y permiten mejorar la situación real de empresas y sus plantillas.
Damos, pues, la bienvenida a 2019 en el que los cambios que se avecinan esperamos aporten estabilidad. Es la única garantía para no desandar lo que tanto hemos avanzado.